No podía ser de otra manera, estar en Nueva York, en Broadway, la meca del musical, y no ir a ver uno hubiera sido casi un sacrilegio. Reconozco que los precios son considerables, si además tenemos en cuenta que somos cuatro para ver la función, el tema económico es algo a tener muy en cuenta. Superada esta fase, toca elegir musical, ¿o fue al revés?. Bueno, lo cierto es que nos decantamos por uno que tuviera un argumento fácil, que nos permitiera compensar, al menos en parte, nuestras lagunas con el lenguaje de Shakespeare, y el elegido fue Mary Poppins.
Tres horas de musical, en un marco inigualable, el primer teatro de Broadway, con algún que otro problema por los ruidos y la cabeza de los espectadores de adelante, pero con una sensación magnífica y un balance final tremendamente positivo. Gracias Olga por tu insistencia.