Atenas es espectacular. Como toda gran ciudad está llena de contrastes, y mas ahora en que todo el país está inmerso en una crisis de dimensiones extraordinarias. Dejando de banda los aspectos sociales, políticos y económicos y centrándonos exclusivamente en el cultural, Atenas es una maravilla y, sin lugar a dudas, en ese firmamento la acrópolis es el astro rey.
La acrópolis (ciudad alta) estaba presente en la mayoría de las ciudades griegas, con una doble función: defensiva y como sede de los principales lugares de culto. La de Atenas está situada sobre una cima, que se alza 156 metros sobre el nivel de mar.
La entrada a la Acrópolis se realiza por una gran puerta llamada los Propileos. Una gran estatua de bronce de Atenea, realizada por Fidias, se encontraba originariamente en el centro. A la derecha de donde se erigía esta escultura se encuentra el Partenón o Templo de Atenea Partenos (la Virgen). A la izquierda y al final de la Acrópolis está el Erecteión, con su célebre stoa o tribuna sostenida por seis cariátides. En la ladera sur de la Acrópolis se encuentran los restos de otros edificios entre los que destaca un teatro al aire libre llamado Teatro de Dioniso, donde estrenaron sus obras Sófocles, Aristófanes y Esquilo. Si la ruta por la acrópolis se completa con la visita al museo el día resulta más que fructífero.