Tercera parada: Delfos. Noche en Itea y visita a la mañana siguiente. Los antiguos pensaban que Delfos era el centro de la tierra. El lugar era célebre por ser una de las moradas de Apolo y desde el siglo VIII a.C. empezaron a acudir aquí fieles a rendirle culto al dios y a consultar el oráculo. La ciudad fue cobrando importancia y vida, hasta que en 393 d.C. fue abolido el oráculo con la instauración oficial del cristianismo en el Imperio Romano.
Al entrar te encontrabas con Pitia, la profetisa de Apolo, quien daba audiencias en la cripta en la roca a la derecha del Tesoro de los Atenienses. Ella era el verdadero oráculo de Delfos, los políticos de la época enviaban emisarios para preguntarle cuando hacer sus campañas y que destinos les deparaba.
El Templo de Apolo también albergaba el Omphalos, la piedra cónica que los griegos pensaban que era el ombligo del mundo. Actualmente se expone en el Museo del Templo, de visita obligada, donde también se pueden encontrar los bajos relieves de los templos de Delfos, joyas de marfil y la famosa Auriga que era la copa que recibían los vencedores de los juegos Píticos.
En el conjunto también había un teatro romano y una pista de carreras, destinada a los juegos Píticos un festival cultural y deportivo organizado en honor a Apolo. Un poco más al este se encuentra el Tholos, una construcción circular de columnas de impresionante altura.