Distancia y tiempo son dos magnitudes físicas cuyas unidades en el sistema internacional son respectivamente el metro y el segundo. Desde este punto de vista, puramente científico y racional, puede parecer que distancia y tiempo poco tienen que ver con los sentimientos y la emotividad de las personas, nada más lejos de la realidad.
Normalmente vivimos dentro de una inercia de la que es muy difícil darse cuenta y mas aún separarse, eso nos hace perder objetividad y nos impide llegar a nosotros mismos, a la parte más profunda de nuestro ser. Nos dejamos vivir, con todo lo que eso supone. Pues bien, aquí es donde cobran sentido los metros y los segundos.
Siempre que sea posible debemos distanciarnos de la inercia, de la rutina, de la manera habitual de ver las cosas, de actuar, de juzgar a las personas. Esos metros virtuales nos pueden aportar una visión nueva, más limpia, menos condicionada, más auténtica. No sólo eso, también debemos encontrar tiempo para estar con los demás, pero muy especialmente con nosotros mismos, con aquello que somos, con nuestra esencia de humanidad, con Dios. Y para ello lo mejor es cerrar los ojos y los oídos, para así poder hacer una mirada interior y una escucha atenta, sin miedos, sin complejos, sólo nosotros, nuestros sentimientos, nuestros proyectos, nuestra vida.
Distancia y tiempo, espacios y momentos, búscalos y en ese camino hacia la felicidad te encontrarás a tí mismo y aprenderás a distinguir lo importante de lo superfluo, lo necesario de lo suficiente, lo que le da sentido a tu vida de lo que simplemente la adorna. Suerte.