Además de sus tesoros naturales, Creta posee los restos más importantes de la antigua civilización Minoica, cuyos sitios arqueológicos se encuentran en el palacio de Knossos, Festos y Gortina, testimonios de un pasado glorioso.
El palacio de Knossos resulta de visita obligada. Las cosas más destacadas y a las que debemos dedicar más atención son el patio central, el piano nobile, el fresco de los delfines, los almacenes que contienen las gigantes vasijas (pithoi), el salón del trono, la sala de las hachas dobles, la gran escalera, la puerta sur del complejo, y el corredor del Propileo norte con el fresco del famoso toro embistiendo.
La mitología fija en Knossos la residencia del rey Minos, que mandó a Dédalo construir el laberinto donde se encerraba al minotauro. El “monstruo” se alimentaba de humanos que se llevaban en sacrificio para saciar al minotauro; su destino final fue morir a manos de Teseo, quien logró salir del laberinto gracias al hilo de Ariadna que le permitió conocer la salida.
La mitología fija en Knossos la residencia del rey Minos, que mandó a Dédalo construir el laberinto donde se encerraba al minotauro. El “monstruo” se alimentaba de humanos que se llevaban en sacrificio para saciar al minotauro; su destino final fue morir a manos de Teseo, quien logró salir del laberinto gracias al hilo de Ariadna que le permitió conocer la salida.
La capital de Creta, Heraklion, es el centro económico y cultural de la isla. La fuente de los leones, la catedral ortodoxa (pantocrator central impresionante) y la fortaleza veneciana son algunos de los lugares más destacados de esta bulliciosa ciudad costera.