Siguiente parada: Epidauro. Sede del famoso santuario de Asclepio, el dios curador, conoció su esplendor entre finales del siglo V a.C. y durante la etapa romana.
Cuenta con un magnífico teatro, muy bien conservado, levantado en las laderas de una boscosa colina. Sin lugar a dudas, el más sorprendente de todos los que hemos visto durante el viaje a Grecia.
Muy cerca están las ruinas del xénon, edificio levantado en el siglo IV a.C. para alojar a los visitantes del santuario. De época helenística son dos baños y el gimnasio, relacionados con el estadio, que fue construido siguiendo una depresión natural. Muy interesante es también el témenos de Asclepio, ubicado en un bosque sagrado en cuyo interior estaba prohibido nacer y morir. En este lugar, una rampa comunicaba con el templo del dios, obra de Teodoto. Del 330 a.C. destacan los restos del templo dórico de Artemisa, con una columnata jónica. La mejor obra del lugar es el tolos, un pequeño templo circular monóptero, obra de Policleto el Joven, siguiendo la estela del santuario de Atena Pronea en Delfos.
Lugar sorprendente por todo lo que uno puede ver e intuir en él. Los griegos ya sabían de los efectos positivos en el paciente de técnicas como la risoterapia, musicoterapia, termoterapia... y nosotros pensando que eran lo más de lo más, curioso ¿verdad?.