
Seguro que las vidas de los jóvenes del centro de acogida de Gonfreville no dista mucho de lo que nos cuentan Alicia y Silvia, y precisamente por ello cuando uno lee este texto tan magníficamente escrito no puede menos que horrorizarse y llegar a diversas conclusiones: el ser humano no tiene limites (para lo bueno y para lo malo), África siendo un continente olvidado, los niños y especialmente las niñas siempre se llevan la peor parte... Gracias Alicia por este relato desgarrador y por animarnos a contaminarnos de África.