sábado, 20 de junio de 2009

Gracias father

Ayer murió Vicente Ferrer. En Anantapur (India) todos lloran la muerte del father, y el mundo entero se siente hoy un poco más huérfano. Este ex-jesuita, símbolo de la cooperación internacional, luchador infatigable contra la injusticia y el hambre, abanderado de los derechos de los intocables... dejó ayer este mundo para seguir velando por todos nosotros desde la casa del Padre.

Ferrer ha sido el artífice de la construcción en Anantapur de numerosas clínicas, hospitales, escuelas, pozos, caminos... era un gran filántropo, pero sobre todo era una persona comprometida con su fe, con una clara opción por los más pobres y oprimidos, era el grano de mostaza que menciona el evangelio, era un constructor del Reino de Dios.

Vicente Ferrer solía decir que "ninguna buena acción se pierde nunca, simpre queda en algún lugar de este mundo". Magnífica frase. Sin duda, todas las buenas acciones de Vicente permanecerán para siempre en todos y cada uno de los rincones en los que estuvo y en los corazones de todos aquellos que tuvimos la suerte de conocerlo aunque sólo fuera a través de su testimonio en la distancia. Hoy todos lloramos tu pérdida y felicitamos a Dios porque va a tener la suerte de recibirte en su casa para siempre. Gracias father.

lunes, 1 de junio de 2009

Eclesiodiversidad

Biodiversidad es un término científico que hace referencia a la multiplicidad de especies animales y vegetales que aún hay en el planeta. En clara similitud, ayer leí por primera vez en la Hoja dominical el término eclesiodiversidad.

Ayer los cristianos celebramos Pentecostés, el día del Espíritu, el cumpleaños de la Iglesia... Resulta sorprendente constatar que han pasado casi dos mil años y, sin embargo, la Iglesia sigue viva, y en ella conviven una gran diversidad de gentes, con dones, carismas y estímulos diferentes... seguro que el Espíritu tiene mucho que ver en todo esto. En consecuencia, como muy bien plantea el dr. Galcerán, tiene mucho sentido hablar de eclesiodiversidad.

La diversidad en sí misma nunca es mala, más bien al contrario, puede y debe ser fuente de riqueza. Así, la eclesiodiversidad se debería plantear como un reto positivo, no como un problema. A diferencia de otras estructuras sociales en la Iglesia no debe existir un pensamiento único, todos tenemos nuestro espacio, eso sí, sin renunciar a lo fundamental, que es al mismo tiempo lo que nos une, la fe en Cristo. Lo demás no es superfluo, pero no debemos creernos en posesión de la verdad absoluta, y eso pasa por acoger las opiniones de los demás con tolerancia y respeto. Si no lo hacemos así perderemos diversidad y acabará imponiéndose la ley del más fuerte. Por cierto, creo recordar que los preferidos de Jesús eran los más débiles. Amén.