
Es una película lenta, llena de espiritualidad, donde los silencios son más expresivos que las palabras. Puede resultar poco amena pero a mi modo de ver busca más la reflexión que el divertimento. Saber que está basada en una historia real, del que se desconoce el final, resulta inquietante. Se la recomiendo a todos aquellos que creen que el cine es un lenguaje universal que nos puede ayudar a hacer un mundo sin fronteras.