domingo, 22 de marzo de 2009

Cerezo

Días atrás, mi hermana y su familia me regalaron un cerezo con motivo de mi cuarenta cumpleaños. Un hijo, un árbol y un libro, todo esto dice la tradición que debe formar parte de nuestro testamento vital. En cuanto al hijo la naturaleza se me ha mostrado esquiva y ya no será posible; libros he publicado muchos, por ahí ningún problema, mi ego y la tradición están satisfechos; sólo me quedaba el árbol y ya lo tengo, se trata de un cerezo de unos dos metros de alto que ya forma parte del paisaje urbano de la terraza.

El cerezo está precioso, le están saliendo unas hojas verdes y unas flores blancas que le confieren una figura espectacular. Cada día, cuando regreso del trabajo, subo a ver el cerezo en flor y su visión me proporciona paz y tranquilidad. Resulta sorprendente pero creo que este árbol que ahora preside nuuestra terraza es una metáfora de mí mismo. Confío que este cerezo permanecerá siempre erguido aunque los vientos de la vida soplen fuerte. Gracias familia por semejante regalo.