Ayer se casaron Jose (compañero de trabajo en el Tecla Sala) y Lidia, y además bautizaron a su hija Lucía. La celebración fue muy personal, sencilla, original y emotiva. El sacerdote jesuita, Javier alegre, estuvo cercano, acogedor, genial. Creo recordar que desde mi último paso por Centroamérica no vivía una ceremonia igual.
Además de unos cantos históricos y muy reivindicativos (credo nicaragüense, canto a la libertad, etc.) y las preceptivas lecturas bíblicas, Jose y Lidia también escogieron un poema de Gioconda Belli, escritora nicaragüense, que me gustó muchísimo y que, con su permiso, quiero reproducir aquí. Os deseo que seáis muy felices y que la fe siga marcando el ritmo de vuestra vida.
Dime que no me conformarás nunca
ni me darás la felicidad de la resignación
sino la felicidad que duele de los elegidos,
los que pueden abarcar el mar y el cielo con sus ojos
y llevar el universo dentro de sus cuerpos:
Y yo te vestiré con lodo y te daré a comer tierra
para que conozcas el sabor del vientre del mundo.
Escribiré sobre tu cuerpo la letra de mis poemas
para que sientas en ti el dolor del alumbramiento.
Te vendrás conmigo: haremos un rito del amor
y una explosión de cada uno de nuestros actos.
No habrá paredes que nos acorralen,
ni techo sobre nuestras cabezas.
Olvidaremos la palabra
y tendremos nuestra propia manera de entendernos;
ni los días, ni las horas podrán atraparnos,
porque estaremos escondidos del tiempo en la niebla.
Crecerán las ciudades,
se extenderá la humanidad invadiéndolo todo;
nosotros dos seremos eternos,
porque siempre habrá un lugar del mundo que nos cubra
y un pedazo de tierra que nos alimente.
(Gioconda Belli)