Hola Marcel, hola Pepi:
Hace unos días los dos cumplíais cincuenta años, casi nada, medio siglo de vida. Ya he tenido la oportunidad de escribiros unas palabras por medio de la bonita iniciativa de vuestros hijos, Meritxell y Arnau, pero como aún me quedan un par de cosas por deciros, he aquí esta entrada en el blog.
El paso del tiempo es una señal inexorable de que vamos creciendo y en ese pasar de los años, los hechos y, muy especialmente las personas, se van sucediendo. Si la historia de nuestras vidas se construye a partir de los testimonios de aquellas personas que son una referencia, sin lugar a dudas, yo he construido mi vida a partir, entre otros, de vuestro testimonio. Marcel y Pepi, Pepi y Marcel, vosotros suponéis para mí el referente de una pareja comprometida con la familia, con la sociedad, con la iglesia, con la vida... No me cabe la menor duda de que una gran parte de lo que soy como persona y como cristiano os lo debo a vosotros, gracias.
A lo largo de estos años hemos vivido muchas cosas juntos, la mayoría buenas o muy buenas, unas pocas menos buenas. En cualquier caso, siempre nos hemos demostrado mucho respeto y reconocimiento mútuo. La confianza y el cariño han sido el sustrato sobre el que hemos construido nuestra relación y eso es algo que debemos mantener. Uno puede elegir a sus amigos pero no a su familia. Gracias a Dios mis amigos son los mejores que uno puede tener, pero tampoco es menos cierto que si pudiera elegir a mi familia os volvería a escoger a todos y cada uno, especialmente a vosotros. Un fuerte abrazo y por muchos años.