Vivimo en un mundo donde los derechos y las obligaciones de los ciudadanos se confunden más de lo que sería deseable. En esta misma pugna entran las libertades y las prohibiciones. ¿Hasta dónde deben llegar las libertades individuales?, ¿y las colectivas?, ¿son necesarias las prohibiciones para garantizar las libertades?, ¿debería estar prohibido prohibir, como afirman algunos?...
Difícilmente nos pondremos de acuerdo en un tema tan controvertido. Así, como no soy fumador veo con buenos ojos la prohibición de fumar en espacios cerrados (y aún iría más lejos), como considero una crueldad innecsaria el trato que recibe el toro en la plaza veo bien la prohibición de las corridas de toros en Cataluña, como... Claro está que mis amigos fumadores no pensarán lo mismo y los amantes del toreo tampoco...
Como sociedad deberíamos ser capaces de fijar unos mínimos básicos que ayuden a garantizar el bien común, a partir del principio de solidaridad y de corresponsabilidad. Como individuos deberíamos ser capaces de trascendernos a nosotros mismos para dejar un espacio al otro donde pueda desarrollarse plenamente. Deberíamos, pero ¿seremos capaces?. Soy pesimista en esta cuestión y por eso defiendo que más allá de las libertades individuales es lícito imponer algunas restricciones que nos beneficien colectivamente.