
Como puede imaginarse la situación es caótica y los tambores de otra guerra civil vuelven a sonar, cuando los ecos de la crisis anterior aún no han desaparecido. Cuando pienso en los muchos amigos que tengo allí me entristezco profundamente. Rezo para que se imponga la ley de las urnas y la sensatez, y para que el número de víctimas no siga creciendo. Costa de Marfil y sus gentes se merecen mucho más de lo que han recibido nunca. Du courage mes amis!