sábado, 14 de mayo de 2011

Autocontrol

Días atrás Laura jugó un torneo de baloncesto en Terrassa. Ella se lo pasó en grande, a fin de cuentas hizo una de las cosas que más le gusta, jugar a baloncesto, durmió en un hotel durante dos noches y se olvidó de los deberes y las preocupaciones escolares. Para Olga, Carles y mí, la situación no fue tan idílica, el simple hecho de tener que ir y venir cada día a Terrassa fue un palo, que quedó ampliamente compensado por lo bien que nos lo pasamos viendo a Laura y su equipo jugar.

Pues bien, en este contexto de torneo de baloncesto, durante el segundo partido di claramente la nota haciendo aquello que tanto critico, insulté al árbitro a grito pelado. Por supuesto, desde mi prisma el colegiado lo estaba haciendo francamente mal pero eso no es razón suficiente como para que yo me pusiera a insultarle. Sí, sólo fue una palabra, y sí la pudo escuchar todo el mundo. Nada más decirla me di cuenta del error que había cometido y me sentí avergonzado. Entonces no se lo dije, se lo digo ahora: árbitro, perdón.

En el fondo creo que la palabra clave es autocontrol, a veces no tengo autocontrol suficiente de mis emociones y de mi estado de ánimo y eso hace que pierda los papeles como en esta ocasión. Puede que alguno piense que no hay para tanto, yo creo que sí, por eso le pido a Dios que me ayude a tener paciencia y mucho autocontrol. No quisiera acabar convertido en alguien desprovisto de educación, respeto y saber estar.