El movimiento 15M recoge el espíritu que S. Hessel reclamaba en su libro "Indignaos". Miles de ciudadanos de toda España, sin importar su edad, clase social, política, religiosa y económica, han unido sus voces (y sus silencios) para expresar y manifiestar en la calle la indignación que sienten ante una clase política y económica que resulta cada vez más excluyente, centrada en un capitalismo feroz, y reclamar una democracia real ya. La visualización más efectiva del malestar colectivo ha tenido lugar en las acampadas que se han desarrollado en numerosas plazas de pueblos y ciudades.
Con el tiempo el mensaje ha ido perdiendo fuerza y se imponen nuevas formas de canalizar esa sinergia positiva. Es posible que la falta de líderes del movimiento sea una de las causas de la pérdida de fuerza y presencia en los medios aunque quizás no sea la única. A mi modesto entender no faltan razones para indignarse y reaccionar (el libro que me acabo de leer -"Reacciona"- aporta argumentos de peso), más bien al contrario, sobran razones, si bien no es menos cierto que la persistencia, la organización y el liderazgo son cuestiones claves para avanzar en esa revolución tan urgente como necesaria.