Nos acordamos del ganador de una liga de fútbol, de un torneo de ajedrez, de un Óscar de Hollywood pero no recordamos el nombre del que quedó segundo, tercero y no digamos más atrás. La sociedad nos enseña a ganar como clave para tener éxito, con los años aprendemos a vivir, nadie nunca nos enseña a perder y menos aún a morir. Con los parámetros actuales es más importante tener que ser, consumir que renunciar, ganar que perder, la acción que la reflexión, nadie se cree ya la famosa frase del barón de Coubertain: "es más importante competir que ganar", hoy se compite para ganar, cualquier otra circunstancia se vive como un fracaso personal y/o colectivo. Tampoco sabemos "vivir la muerte", ya no se hace duelo, la gente pretende que superemos el dolor de manera casi inmediata y eso no es posible ni aconsejable.
Yo propongo que en las escuelas enseñemos a la gente a perder y a morir, que hagamos pedagogía del fracaso para que las personas no nos hundamos ante la adversidad sino todo lo contrario, para que aprendamos a superar las crisis, a sacar una lectura positiva de todo lo negativo que la vida nos trae irremisiblemente, para que sepamos hacer una gestión inteligente de nuestra humanidad llena de virtudes y defectos, de risas y lágrimas, de luces y sombras. Estoy absolutamente convencido de que se sacan más conclusiones de una derrota que de una victoria, que las crisis superadas nos hacen más fuertes, que una muerte sin duelo no se supera, en definitiva que hay que perder para ganar.