sábado, 4 de octubre de 2008

Un dólar, una familia

Unos días atrás leía en la edición impresa de El País una carta al director cuyo título me llamaba la atención (el mismo que encabeza esta entrada) y su contenido me hizo recordar muchas situaciones y experiencias vividas durante los quince años que he estado en Akwaba.

Más de medio mundo sigue subsistiendo con un dólar o menos al día. Son personas que tienen un nombre y un rostro, como nosotros, pero con la "desgracia" de haber nacido donde lo han hecho, es decir, en el seno de una familia pobre, o en un país en vías de desarrollo. Desgracia entre comillas, porque si bien es cierto que no parecen gozar de los mismos derechos que otras personas, o cuando menos de las mismas oportunidades, ellos no se sienten para nada desgraciados. Suelen ser personas humildes, que valoran mucho lo poco que tienen, con un gran compromiso familiar y social, generosos, solidarios, sufridos.

Hoy vivimos inmersos en una crisis financiera mundial, que amenaza con tener unas dimensiones inimaginables. En Estados Unidos y Europa estamos empezando a notar sus efectos, pero ¿qué pasará por ejemplo con África, el continente olvidado?. Seguramente en un plazo breve de tiempo se recortarán las ayudas a la cooperación y al desarrollo priorizando las demandas nacionales, así es que una vez más los famosos objetivos del milenio no se alcanzarán ni de lejos, y la famosa brecha norte-sur continuará creciendo. Eso sí, mis amigos africanos no perderán su dignidad y seguirán luchando cada día por sobrevivir en este mundo tan injusto, aunque sólo sea por un dólar al día.