Patricia y David, amigo y compañero de trabajo, han contraido matrimonio en un escenario idílico: la iglesia de Santa María del Mar. En una bonita ceremonia han sellado su compromiso de pareja ante Jesús, después de siete años de noviazgo, acompañados por numerosos familiares y amigos, entre los cuales nos encontrábamos Olga y yo.
El matrimonio y la Iglesia son dos instituciones que están en claro declive y, sin embargo, David y Patricia han optado por casarse y, además, por hacerlo en la Iglesia. Personalmente le doy muchísimo valor tanto a una cosa como a la otra. Ahora sólo espero y deseo que todo lo que manifestamos en las plegarias se haga realidad, es decir, que ellos sean signo del amor de Cristo, que nosotros (familiares y amigos) seamos auténticos testigos y testimonios, y que su amor madure y fructifique.
Como dice la primera carta de san Pablo a los corintios: el amor todo lo ve, todo lo oye, todo lo perdona... si me falta el amor no soy nada. Amigos, David y Patricia, que el amor sea el eje central de vuestra vida en familia y que seáis muy felices.