El deporte español está en un momento dulce: la eurocopa de fútbol, el oro mundial en baloncesto, los triunfos de Nadal, el Giro de Contador, los éxitos en balonmano, en hockey patines, etc. A este impresionante palmarés nacional hay que sumarle un triunfo reciente e increíble, el de Carlos Sastre en el Tour de Francia.
Apenas había oído hablar de él y, sin embargo, este hombre de 33 años lleva la mayor parte de su vida montado en una bicicleta corriendo como profesional en diferentes equipos. Hasta ahora había dado muestras de su categoría ganando diversas etapas, pero ningún director de equipo había apostado por Sastre como líder. A pesar de todo, este esforzado y humilde ciclista seguía trabajando más y más cada día, confiando en sus propias posibilidades y soñando en ganar el Tour un día. Ese día ha llegado, su esfuerzo y su trabajo de tantos años se ha visto recompensado con el maillot amarillo que le acredita como vencedor de la ronda gala.
Sastre representa la otra cara del deporte, la que no se ve, la del trabajo y el sacrificio diarios, la de los gregarios, la de aquellos hombres y mujeres que viven por conquistar una meta personal que muchas veces se resiste, pero que en ocasiones como ésta puede hacerse realidad. Los juegos olímpicos de Pekín están a la vuelta de la esquina (empezarán dentro de diez días), allí veremos éxitos y fracasos, sonrisas y lágrimas, pero sobre todo mucho esfuerzo, disciplina y trabajo. Que el ejemplo de estos deportistas cunda entre nuestros jóvenes, marcados por OT y el triunfo fácil.