Me pasó exactamente lo mismo que con el primer volumen de la trilogía, en otras palabras, en un solo día leí "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina", la segunda entrega de la serie.
El argumento, extraído de la web que la editorial Destino ha dedicado a la serie Larsson, es éste:
"Lisbeth Salander se ha tomado un tiempo, necesita apartarse del foco de atención y salir de Estocolmo. Trata de seguir una férrea disciplina y no contestar a las llamadas ni a los mensajes de Mikael, que no entiende por qué ha desaparecido de su vida sin dar ningún tipo de explicación. Lisbeth se cura las heridas de amor en soledad, aunque intente distraer el desencanto con el estudio de las matemáticas y ciertos placeres en una playa del Caribe. Mientras, Mikael Blomkvist, vive buenos momentos en Millennium, con las finanzas de la revista saneadas y reconocimiento profesional por parte de colegas y otros medios. Ahora tiene entre manos un reportaje apasionante sobre el tráfico y la prostitución de mujeres procedentes del Este que le han propuesto una pareja, Dag y Mia. Las vidas de los dos protagonistas parecen haberse separado por completo, pero entretanto... una muchacha, atada a una cama, soporta un día tras otro las horribles visitas de un ser despreciable y, sin decir palabra, sueña con una cerilla y un bidón de gasolina, con la forma de provocar el fuego que acabe con todo."
Espectacular y trepidante, así definiría esta novela de Larsson. Si bien los personajes principales son los mismos que en la primera novela, en ésta Lisbeth Salander tiene un protagonismo especial, cosa que se agradece, además los acontecimientos se suceden a un ritmo vertiginoso, y la trama está muy bien hilvanada, de manera que una vez que empiezas te atre como un imán y no puedes dejar de leer (hacerlo sería como ir al lavabo cuando estás viendo una película en el cine, te aguantas y punto!!). Fans de Larsson, supongo que estaréis de acuerdo conmigo en que quizás ésta sea la mejor de las tres entregas. Aquellos que aún no habéis leído a Larsson, ¿a qué estáis esperando?, el efecto Salander no os dejará indiferentes.