Aprovechando la invitación de Ignacio y Cristian hemos venido de visita a México. El lugar que nos acoge es idílico: una casa de diseño en medio de un paisaje verde, al borde de una quebrada en la que se oye el fluir de las aguas del río, en Cuernavaca.
La primera impresión de México es parecida a la que ya tuve en Guatemala, Honduras o El Salvador: un país frondoso, volcánico, de gente abierta, con una historia increíble y unas tradiciones muy vivas. Lo cierto es que estamos aprovechando enormemente el viaje, pues además de estar en familia, cada día visitamos algún lugar destacado, intentando combinar cultura y algo de diversión para los niños, así ya hemos estado en: Tepoztlan, Temixco, Taxco y El Rollo.
De Cuernavaca destacaría la catedral, la casa-museo de Robert Braddy y el palacio de Cortes. En Tepoztlan no subimos a ver la pirámide pero la vista desde el pueblo ya resultaba increíble; por cierto, aquí me compré un sombrero que he llevado cada día y que me ha ido magníficamente como parapeto contra el sol. En Temixco estuvimos en un parque acuático muy bonito, que hizo las delicias de los niños (y de los adultos). Taxco es espectacular; se trata de una ciudad construida en la montaña, aprovechando las antiguas minas de plata; a destacar la comida en un restaurante en la plaza del zócalo con vistas a Santa Prisca. El Rollo es otro parque acuático, sin duda el más grande en el que haya estado nunca, una gozada para los amantes de las atracciones acuáticas.
Estas visitas conforman la primera parte de nuestro viaje, aún nos esperan otras dos: México D.F. y Acapulco, la primera cargada de antropología y cultura, la segunda para disfrutar de la playa. En fin, ya os iré contando, por ahora México es una pasada.