
Nuestro hotel estaba a escasos cinco minutos a pie de este asombroso edificio. Cuando estrenamos el NY Pass fue la primera visita que hicimos. Coger uno de sus muchos ascensores y subir al mirador del piso 86, después de pasar varios controles de seguridad, ya resulta una experiencia única en sí misma, cuando le añades la excelente panorámica aérea que se tiene de Manhattan y de todo NYC le añades el calificativo de irrepetible. Aquí es cuando uno comprende que la vista desde las Torres Gemelas debía ser preciosa. Mirando atrás cuesta mucho imaginarse cómo aquellos 3400 obreros que lo construyeron pudieron avanzar a un ritmo de 4,5 pisos por semana y construir esta maravilla arquitectónica.