
Más que interesante libro sobre la enseñanza, los enseñantes y muy especialmente los malos enseñandos. Su reflexión no deja indiferente, ¿qué hace la escuela por los malos alumnos?, ¿puede el docente sacar del pozo del fracaso a un alumno con mil y un problemas de todo género y condición?, ¿de quién es el culpa, si es que hay culpables?... No estoy convencido de que la famosa atención a la diversidad vaya en la línea de lo que preconiza Pennac, en cualquier caso defiende que no hay imposibles o, como mínimo, que merece la pena intentarlo una y otra vez. Para los docentes por vocación -entre los que creo encontrarme- los alumnos más complicados siempre son un reto, a veces -muy pocas para nuestro deseo- conseguimos nuestros objetivos pero otras no, tampoco pasa nada, no somos superhéroes, lo importante es no perder la ilusión por lo que hacemos y seguir luchando por educar los jóvenes de hoy que son los adultos de mañana.