Creo recordar que se trataba de Ronaldinho, Eto'o y Messi. Así es, durante mucho tiempo estos tres jugadores eran conocidos con el sobrenombre del tridente del Barça por su capacidad para marcar goles a la par que realizar un juego vistoso, de esos que encandilan a la grada y convoca nuevos aficionados al deporte rey.
Hoy, sin embargo, no quiero hablar de fútbol, sino del mundo que habitamos y de lo que yo considero el auténtico tridente: el dinero, la fuerza y el amor. A mi modesto entender estos son los tres motores del mundo, no sólo del momento presente sino de toda la historia de la humanidad.
Obvia decir que (casi) todo se puede comprar con dinero, no puede haber felicidad si hay precariedad y es más importante tener que ser, o al menos eso es lo que piensa la mayoría de la sociedad actual. La fuerza, el poder, la violencia, la guerra, sirven para poner y quitar, para decidir sin consultar, para obligar, para imponer. Pero también está el amor, el mandamiento supremo del amor, que tiene una capacidad infinita para corregir injusticias y miserias, y para convertir en noble al más mísero de los seres humanos.
En mayor o menor medida todos nos movemos por estos tres impulsos, lo verdaderamente importante es aprender a actuar desde la lógica del amor, minimizando el poder del dinero y la posibilidad de ejercer la fuerza. Cuando el dinero o la fuerza se convierten en el centro de nuestra vida, ésta pasa a tener un precio y a ser vulnerable, cuando el amor ocupa ese lugar de privilegio nos convertimos en seres únicos, de valor infinito y nos dotamos de garantías suficientes para afrontar los avatares del destino con firmeza y confianza.