Esta mañana hemos hablado en clase del coste de la vida. El tema resulta oportuno en cualquier momento, pero el consumo desmesurado con el que todos hemos acabado el año y las subidas de precios con que siempre nos recibe el año nuevo, hacen que ahora sea una buena ocasión para abordarlo.
La dinámica ha sido muy simple. Nos hemos planteado las opciones que tiene un joven actual para emanciparse. Por un lado hemos partido de unos ingresos mileuristas, como corresponde a esta generación, y por otro hemos hecho una aproximación a todos los gastos que se podrían derivar. Evidentemente los números no salen: 1.200 euros de gastos fijos mensuales (siendo optimistas en muchas partidas) frente a los 1.000 euros de ingresos.
Resulta lamentable pensar que los jóvenes tienen el futuro hipotecado, especialmente por culpa de la famosa "burbuja inmobiliaria". Si esa perspectiva no supone un estímulo para los jóvenes, ¿cómo vamos a culparles por no irse de casa hasta pasados los treinta?.
Cuando se habla del estado del bienestar se deberían garantizar todos los derechos fundamentales de las personas, y sin duda el derecho a una vida digna es uno de los más importantes. Personalmente creo que se imponen medidas políticas y sociales mucho más contundentes frente a la especulación. Lo que hay en juego es el futuro de toda una generación.