jueves, 24 de enero de 2008

Nuevo papa negro

El año 2008 ha traído un nuevo general para la Compañía de Jesús. Tras la jubilación voluntaria -aceptada por el Papa- del holandés Peter Hans Kolvenbach, que llevaba 24 años en el cargo, los jesuitas han optado por el español Adolfo Nicolás para ocupar la silla de san Ignacio. Ya tenemos nuevo "papa negro": lo de negro viene por la vestimenta, lo de papa nos da una idea del "poder" que tienen los jesuitas dentro de la Iglesia.

Puede parecer una chiquillada pero desde que ví "La misión" con quince años quise ser jesuita. Me quedé impactado por su opción radical por los pobres, los desheredados, su capacidad de crítica, su formación y muchos otros aspectos. Si a esto le sumamos que, al acabar la carrera de ingeniería, durante cuatro años trabajé como docente en una escuela de los jesuitas, lo extraño es que ahora no sea uno de ellos.

Después del propio Ignacio de Loyola y de Francisco Javier el jesuita que más ha influido positivamente en los destinos de la Compañía ha sido el español Pedro Arrupe. Como ellos, Arrupe estuvo muy ligado a Oriente, hecho que le otorgó un amplio contacto con otros pueblos, otros idiomas, otras maneras de entender y de vivir la fe. La casualidad ha querido que el nuevo general, discípulo de Arrupe, lleve más de cuarenta años en Japón y ligado a la provincia jesuita de Asia. Por tanto, se puede pensar que la Compañía quería un nuevo Arrupe y quizás por eso han optado por Nicolás, a pesar de sus 71 años.

Los allegados definen a Nicolás como una persona muy inteligente, sensible, trabajador, capaz de enseñar y aprender, de hablar y escuchar, abierto a los signos de los tiempos, alejado de muchos de los planteamientos ultraconservadores de Roma. Los jesuitas esperan que Nicolás ponga ese talente al servicio de la Compañía, como ha hecho durante toda su vida, y eso sirva para modernizar la orden, hacerla más atractiva a los jóvenes, mientras siguen trabajando en los límites, dentro y fuera de la Iglesia, con los más marginados de la sociedad, sin perder el sentido de crítica y autocrítica, y se sigue potenciando la opción preferencial por los pobres. Que así sea.